jueves, 19 de agosto de 2010

Emilio Cartoy, Cristian Jure y el documental La Guerra por Otros Medios




Los directores explican el sentido del film, que refleja el trabajo comunicacional de diversos pueblos originarios de América del Sur. “Los medios, para los indígenas, son una herramienta política y cultural”, señalan.¿Qué tienen en común la Radio Erbol de Bolivia, la emisora mapuche de Argentina, la aplicación de Internet en la Amazonia brasileña y la filmación de videos en aldeas del nordeste del Brasil? En principio, que son medios de comunicación nacidos para otorgarles voz y visibilidad a distintas comunidades de pueblos originarios. Con el paso del tiempo, el resultado es más que satisfactorio: cada una de estas comunidades logró cimentar un proyecto de comunicación propio frente al avance de los medios hegemónicos. Sobre estas cuatro experiencias de comunicación, focaliza el documental La guerra por otros medios, dirigido por Emilio Cartoy Díaz y Cristian Jure.
Cartoy Díaz comenta que conocía desde hacía mucho tiempo la situación de los indígenas en Bolivia, Perú y Brasil, entre otros países, y sus principales problemáticas, como la expropiación de las tierras y la destrucción del medio ambiente por parte de empresas petroleras y madereras. Entonces, su equipo de trabajo decidió realizar un congreso en TEA Imagen –escuela que dirige– junto con la Fundación Iwgia, una de las organizaciones de ayuda indígena más importantes y antiguas del mundo. Al encuentro fueron numerosos comunicadores indígenas de toda América latina y el Caribe. “Nosotros teníamos idea de hacer el documental y éste fue el disparador. Ver gente de Ayacucho, de Chiapas, de Chuquisaca, ver a los mapuches nos llevó a conocer medios de comunicación distintos. Ellos vienen discutiendo cómo utilizarlos para ser los realizadores de sus propias historias”, detalla Cartoy Díaz, en diálogo con Página/12. Jure agrega que tomaron las cuatro historias que aparecen en el documental porque tanto a él como a Cartoy Díaz les parecía que eran las más significativas del mundo de la comunicación de los pueblos originarios. “Teníamos veinte preseleccionadas y nos pareció que estas cuatro eran las que mejor expresaban la diversidad de los comunicadores indígenas.” Jure también admite que lo que más les llamó la atención “fue la potencia que tiene la comunicación indígena entre los propios miembros de la comunidad. Y era un mundo totalmente desconocido para nosotros que estábamos en el medio. Buscamos hacer una película que reflejara ese mundo desconocido para quienes no participan en esos medios”.Educación Radiofónica de Bolivia (Erbol) es una asociación de radios e instituciones de comunicación educativa que tiene 42 años de existencia y se compone de 150 emisoras. Está conformada por distintas redes como la aymara, guaraní y quechua, entre otras. “No influye solamente sobre la comunidad indígena que tiene treinta y seis lenguas sino que llega a muchos sectores de trabajadores del Alto, de Sucre, de Chuquisaca, Potosí, El Chapare, Santa Cruz, Pando, como un medio super creíble. Y también llega a los campesinos porque se ocupan de sus temas, les hablan a ellos. Esa misma radio capacita, es como una universidad: tiene un edificio con aulas. Y posee un diario digital que tiene nada menos que 800 mil visitas diarias”, relata Cartoy Díaz.La experiencia de comunicación más antigua de las cuatro que abordaron los realizadores en La guerra por otros medios es la denominada Video en las Aldeas, que consiste en la producción audiovisual para promover el encuentro indígena con la imagen. Video en las aldeas surgió en 1986, como una iniciativa de un grupo de reconocidos cineastas brasileños que decidieron introducir el video en las comunidades que recién estaban empezando a tener contacto y que habían permanecido aisladas durante mucho tiempo. “Uno de los mentores fue Vincent Carelli, que desde hace cuarenta años es indigenista. Y en los ’80, decidió incluir el documental, básicamente el video. Primero, como una forma de denuncia, y cuando empezó a incorporar la cámara y vio que los líderes indígenas empezaron a utilizarla como una herramienta cultural, se fue desplazando la denuncia coyuntural y se empezó a trabajar más la cuestión de la representación de la propia cultura”, comenta Jure. La metodología de trabajo es la siguiente: los cineastas van a las comunidades y brindan talleres. El registro audiovisual se graba, se edita el master y las cintas quedan en un archivo de las comunidades en las aldeas. Cartoy comenta que los docentes prácticamente no opinan: “Son como operadores técnicos porque en Olinda están las seis islas de edición y Vincent Carelli suele hacer debates al terminar la jornada de sus talleres. El proyecta y opinan todos. Carelli no dice: ‘Esto es así o asá’. Los editores no son los que les marcan el camino. Todo es un proceso de incorporación de la discusión”. De esta manera, los indígenas aprenden a contar sus propias historias y a manejar las cámaras. Jure también comenta que, durante muchos años, los espectadores “fueron los propios indígenas”. Otro ejemplo de comunicación novedoso, que tiene tres años de existencia, es la utilización de Internet en la selva amazónica por parte de la tribu Suruí, cuyos miembros hasta hace unos pocos años ni siquiera tenían electricidad. La tribu utiliza la tecnología de mapas digitales Google Earth para controlar su territorio y las intromisiones ajenas al mismo como, por ejemplo, la presencia de taladores encargados de la deforestación de la selva. “Les dieron los mejores equipos que hay para que ellos puedan tener control: si hay desmonte en un lugar, si hay corrimiento en otro, si hay incendios. Y principalmente, hay una gran lucha por la soja: de nuevo la soja invadiendo territorio originario”, relata Cartoy Díaz, acerca del monitoreo permanente que realizan. “Cuando se presenta un conflicto, actúan con el apoyo de abogados frente a la Justicia y frente a las autoridades municipales o nacionales. Ellos protegen sus territorios. A su vez, tienen todo un plan B de reforestación. En lugares donde fueron corridos los alambrados o hubo desmonte, ellos mismos se dedican a reforestar”, destaca Cartoy Díaz.El cuarto medio mencionado en el documental es la Radio Mapuche, inaugurada en 2005 y considerada una de las principales emisoras interculturales de Latinoamérica. Funciona tanto en la amplitud modulada como en FM y posee una antena de elevada potencia, mediante la cual la transmisión llega a todo Río Negro, Neuquén, parte de Santa Cruz y localidades de Chile. “La principal característica que tienen los comunicadores indígenas es que no sólo dicen las cosas que decimos todos de una manera distinta, sino que dicen otras cosas que no están dichas”, señala Jure, quien sostiene que la mirada de los medios hegemónicos sobre el mundo indígena “se construye a partir de lo que les falta, de lo que no tienen, de la carencia. Y muchas veces se ve esa carencia como algo propio de la cultura. Lo que ellos hacen es mostrar todo lo que tienen y no lo que les falta. Y lo que les falta, lo denuncian”. Siguiendo la línea de Jure, Cartoy Díaz agrega que “no hay una intromisión externa sino que el que cuenta, el que relata, el que graba, el que pone el trípode, el monitor o la cámara es uno de la propia tribu, de la propia comunidad”.Estos medios promueven y consolidan las culturas y tradiciones de los pueblos originarios y, a su vez, fomentan la democratización del conocimiento y de la información. “Básicamente, los medios para los indígenas son una herramienta política y cultural. Durante muchísimo tiempo, estuvieron invisibilizados. Cuando se los visibilizó, se lo hizo a través de estereotipos que, obviamente, a sus fines políticos y a su cotidianidad, les cayó siempre muy mal. Entonces, la utilización de los medios para construir su propia imagen políticamente da los resultados que está dando en cada uno de los lugares. El caso de Bolivia es el más evidente porque casi todos los líderes indígenas actuales han pasado por Erbol”, sostiene Jure.

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